Cómo pasar tu empresa Windows XP a GNU/Linux y no morir en el intento
La fecha esta marcada a fuego en el calendario de muchos administradores de sistemas de todo el mundo: 8 de abril de 2014.
A partir de ese día las empresas que sigan contando con Windows XP tendrán un problema, ya que de forma oficial Microsoft no publicará más actualizaciones ni parches de seguridad para el veterano sistema operativo. ¿Qué opciones tiene la empresa? O actualizar sus máquinas a una nueva versión de Windows (con el gasto que supone en licencias) o confiar en Linux.
Confiar en Linux tiene muchas ventajas: en la mayoría de los casos es un sistema operativo gratuito, es seguro, es software libre, es fácil de instalar y de utilizar, y en muchas de las necesidades que puede tener una empresa media, ofrece soluciones alternativas de calidad a los principales programas que la empresa utilizaba Windows XP. Dicho lo cual, si decidimos migrar nuestros sistemas a Linux, deberemos considerar lo siguiente: ¿Cuántos y qué ordenadores vamos a migrar? Cada empresa es un mundo y por supuesto, no es lo mismo una microempresa de cinco trabajadores que una pyme de cincuenta. Para decidir cuántos ordenadores y qué ordenadores vamos a migrar a Linux, debemos responder antes plantearnos las siguientes cuestiones:
¿Utiliza nuestra empresa una aplicación propietaria que no tenga equivalente en Linux? Y si es así, ¿En cuántos puestos de trabajo se está utilizando? ¿Tenemos posibilidad de remplazarla por una alternativa cloud? ¿Qué periféricos (impresoras, escáneres, webcams, etc.) estamos utilizando? ¿Son compatibles con Linux? En la mayoría de los casos Linux reconocerá automáticamente los periféricos, pero en realidad no tenemos la garantía al 100% de que será así.
¿Cómo trabajamos y cómo trabajan nuestros clientes? Una suite ofimática como LibreOffice sustituye en casi todo a Microsoft Office. Sin embargo si necesitamos trabajar con formatos propietarios como .docx tenemos que tener en cuenta que en los documentos más complejos la compatibilidad no será total (especialmente en una aplicación Excel). Una vez hemos respondido a estas preguntas, hacemos las siguientes recomendaciones.
Comenzar el despliegue poco a poco. En primer lugar a aquellos usuarios que hayan trabajando antes con Linux o que tengan ciertos conocimientos tecnológicos. Serán ellos los que tras ir probando que todo funciona bien, puedas actuar como formadores para el resto de compañeros. Si hay una aplicación que utilizamos de una forma muy puntual y que no es un “MUST” es nuestro trabajo diario, siempre podemos dejar Windows XP en una partición que utilicemos únicamente para esa aplicación. Si esa aplicación es importante pero sólo la necesitan algunos usuarios, podemos escoger actualizar esos equipos a Windows 7 y si lo queremos, mantener una partición para Linux.
Cómo pasar tu empresa Windows XP a Linux y no morir en el intento
¿Qué distribución vamos a escoger? Como vimos en “Las mejores distribuciones Linux para tu empresa”, la elección de la mejor distribución dependerá de nuestras necesidades. ¿Necesitamos una distribución para servidores? ¿Cómo vamos a desplegar las aplicaciones? ¿Necesitamos un entorno de colaboración? ¿Tenemos personal especializado o necesitamos soporte técnico?
Respondiendo a estas preguntas podríamos determinar que existe casi una distribución para cada tipo de empresa. Si en nuestra empresa por ejemplo únicamente necesitamos tener una solución ofimática, correo electrónico, acceso a Internet y alguna aplicación de contabilidad, distribuciones sencillas y amigables para el usuario como Ubuntu, es todo lo que vamos a necesitar.
Si nuestra empresa es algo más grande, necesita una buena adminitración IT, trabajamos con servidores para la gestión del correo electrónico, el intercambio de archivos, etc. puede que nos interese una distribución “más profesional” y con soporte técnico. Opciones como Suse Linux Enterprise o Red Hat no sólo nos planificarán la migración de nuestra estructura IT sino que nos ofrecerán el soporte que necesitamos.
La resistencia al cambio
Con todo, es probable que las mayores dificultades no las encontremos desde el punto de vista técnico, sino en los propios usuarios. El “esto no funciona como Windows”, “dónde está el botón inicio”, “no encuentro X”, “esto con Windows no me pasaba”, etc. se van a empezar a acumular. Para evitar en lo posible que se de esta situación, la clave está en la formación.
Como comentábamos antes, un despliegue masivo e inmediato sólo puede conducirnos al mayor de los fracasos. Empecemos con esas personas más curiosas por el mundo tecnológico. Cuando esas personas se hayan acostumbrado al cambio, organicemos charlas de formación en la que sean ellos los que expliquen a sus compañeros cómo funciona el nuevo sistema.
La formación tiene que basarse únicamente en lo que los usuarios necesitan conocer para su trabajo. Nadie (salvo los administradores IT) necesitan conocer los comandos de consola y probablemente nadie (aunque no estaría mal comentarlo) necesita conocer la filosofía en la que se basa el mundo GNU/Linux.
Hagamos sesiones cortas y enfocadas hacia la productividad. Cómo se utiliza el nuevo escritorio, cómo se gestionan los archivos, cómo se utiliza OpenOffice, el correo electrónico, etc. A las pocas semanas, todos los trabajadores se darán cuenta de que el cambio ha sido para bien y sin necesidad de invertir un dineral en nuevas licencias de Windows.
Fuente: muypymes.com