Un robo de identidad de más de 100 años
¿Cómo lograron unos estafadores un ataque MitM y la omisión de la 2FA en… 1915?
Los investigadores de ciberamenazas han estado dando la voz de alarma sobre el creciente peligro de los deepfakes. En concreto, aconsejan a los usuarios que ni siquiera confíen en lo que escuchan: en la era digital de la inteligencia artificial, la voz al otro lado de la línea puede no pertenecer a quien crees. Por cierto, ¿alguien adivina a qué le temía la gente hace más de cien años? En esa era mecánica del descubrimiento científico, desconfiaban de sus propios oídos. Después de todo, ¿cómo podían saber que la voz al otro lado de la línea era realmente de quien pensaban? Tiene sentido, ¿verdad? De hecho, solo tienes que echar un vistazo al caso de robo de identidad representado en una película filmada en 1915 que usa una tecnología entonces sofisticada para robar dinero de una cuenta bancaria. Bienvenido al mundo del serial de cine mudo francés Les Vampires.
Les vampires
Un pequeño spoiler: si estabas esperando a esos monstruos sobrenaturales chupadores de sangre, sentimos decepcionarte. El personaje principal, el periodista Philippe Guérande, se enfrenta a una atrevida banda criminal que se autodenomina “los vampiros”. A pesar de su antigüedad, la película tiene mucho que ofrecer en términos de seguridad de la información. Solo tienes que fijarte en la primera escena, que ilustra por qué el acceso de terceros a los documentos corporativos debe estar prohibido.
Los propios vampiros llaman la atención por su uso de lo que entonces se consideraban métodos de alta tecnología. Una gran parte del episodio 3 (Le Cryptogramme Rouge) está dedicada al criptoanálisis: Guérande busca patrones en las notas cifradas de los villanos. Mientras que el episodio 7 (Satanus) está basado en un intento de copiar la identidad de otro. Pero ¿cómo puede alguien lograr este robo de identidad armado únicamente con tecnología de principios del siglo XX?
Un robo de identidad en 1915
En pocas palabras, la estrategia criminal es la siguiente: los vampiros se enteran de que el magnate estadounidense George Baldwin está de viaje en París, donde deciden quitarle parte de su dinero. Para ello, idean un ataque de varias etapas. Primero, se las arreglan para que una de los suyos, Lily Flower, entreviste al millonario haciéndose pasar por una periodista de la revista Modern Woman. La delincuente convence a Baldwin para que escriba unas cuantas palabras en un cuaderno y añada la fecha y su firma poniendo de excusa que su revista publica todos los meses la cita de una celebridad.
A continuación, una vendedora que afirma ser de Universal Phonograph Company visita al millonario con una nueva pieza mágica de la tecnología: un fonógrafo real, el primer dispositivo capaz de grabar y reproducir sonido. La vendedora le explica a Baldwin que es política de empresa grabar las voces de las personas famosas que visitan París. Cayendo en la trampa, dicta la única frase que puede pronunciar en francés: “Las mujeres parisinas son las más encantadoras que he visto en mi vida” y agrega “¡Sí, señor!” en ingles al final.
A partir de aquí queda revelada la naturaleza completa de la estafa al espectador. El propósito de la primera etapa era, por supuesto, robar la firma del magnate. Debajo de la hoja en la que Baldwin dejó su autógrafo había una especie de papel de calco que capturaba debidamente la firma y fecha. Encima de esto, los delincuentes escriben una orden falsa que obliga al New American Bank a pagar a Lily (la periodista) la suma de 100.000 dólares estadounidenses (una suma importante hoy en día, así que ¡imagínate su valor hace un siglo!).
Después, secuestran a la telefonista del hotel de Baldwin y envían a otra cómplice en su lugar con una nota: “Estoy enferma, envío a mi prima para que me sustituya”. La gerencia del hotel se traga este truco primitivo y pone a la desconocida a cargo del teléfono.
Mientras tanto, Lily se dirige al banco con la orden de pago falsa. El cajero decide verificar la legitimidad de la transacción y llama al hotel donde se hospeda Baldwin. Allí, la operadora falsa reproduce la grabación del millonario pronunciando su eslogan, que acaba por convencer al cajero.
¿Es realmente factible esta estrategia?
Todo suena muy simple, ¿verdad? ¿Cómo diablos iba a conocer un cajero parisino de un banco estadounidense en 1915 la firma, y mucho menos la voz, de un millonario estadounidense? Por no hablar del hecho de que las líneas telefónicas de por aquel entonces probablemente habrían distorsionado la voz quedando irreconocible. Dicho esto, en sí es una implementación clásica de un ataque de intermediario (MitM): el cajero está seguro de que la voz pertenece a Baldwin, quien a su vez piensa haber proporcionado un mensaje a la “compañía de fonógrafos”.
Además, la película muestra cómo evitar una 2FA, con el robo de la firma y la confirmación de voz falsa. Claro, todo esto ahora se hace usando tecnologías digitales, pero el escenario de ataque central sigue siendo el mismo. Por tanto, las principales contramedidas podrían haberse formulado hace más de un siglo:
- No dar acceso a personas ajenas a los canales de comunicación (operador falso).
- No compartir datos personales confidenciales con nadie, nunca (firma y biometría de voz).
- En caso de duda, comprobar minuciosamente la legitimidad de la instrucción (la frase “las mujeres parisinas son las más encantadoras que he visto en mi vida” no es la verificación más sólida).
Ahora, puedes seguir esta maravillosa serie de películas en Wikipedia. Sin embargo, si tus empleados no están listos para seguir los consejos de ciberseguridad del cine mudo, te recomendamos que utilices nuestra plataforma interactiva Kaspersky Automated Security Awareness Platform en su lugar.
Fuente: www.latam.kaspersky.com